miércoles, 30 de mayo de 2012

3. CRITERIOS DE EVALUACIÓN:


Los criterios de evaluación aparecen en los Reales Decretos de mínimos y son los que responden a la pregunta: qué evaluar. Son indicadores sobre que aprendizajes son los que debe conseguir el alumno al finalizar un proceso de enseñanza- aprendizaje. Por tanto, hacen referencia a la consecución de las metas propuestas al inicio del proceso. Estos criterios se definen por áreas y materias para toda la etapa, por ciclos, cursos y unidad didáctica en función de la propuesta que se haga de objetivos y contenidos.

Los criterios de evaluación de cada etapa educativa aparecen en los correspondientes decretos curriculares. Estos criterios no se refieren a la totalidad de los contenidos recogidos en los diseños curriculares, sino a los mínimos deseables. Por tanto, se deben ampliar estos criterios en la propuesta de Proyecto de Centro. Constan de dos partes : un enunciado, en el que se establece el tipo de aprendizaje,  el grado en el que deben ser alcanzados y deben expresarse en infinitivo; y  una explicación más detallada sobre los aspectos contemplados en el enunciado evitando así interpretaciones subjetivas acerca de los que se pretende evaluar. Estos criterios de evaluación oficiales tienen un carácter prescriptivo  y hacen referencia al que evaluar pero no al cómo hacerlo. Por ello, cada centro debe adecuarlo al contexto y secuenciación en función de los objetivos generales de la etapa y del área, así como de los contenidos mínimos que se hayan establecido para cada ciclo y curso en el proyecto educativo.

Hay que tener en cuenta que los criterios de evaluación deben reunir unas características. Deben ser muy concretos, observables, evaluables, deben especificar y poner de manifiesto el tipo y grado de aprendizaje que se espera que alcancen los alumnos en un momento determinado respecto a las capacidades y competencias expresadas en los objetivos .No deben expresar formas, momentos ni instrumentos de evaluación.  También deben incluir de forma equilibrada los distintos tipos de capacidades (motoras, cognitivas, lingüísticas…) y contenidos (conceptuales, procedimentales actitudinales).

Una de las razones que justifica este equilibrio tiene que ver con el significado y la función de la evaluación, es decir, la obtención de la información lo más detallada posible para ajustar el apoyo y la ayuda educativa de acuerdo con los progreso y dificultades de los alumnos.
Una evaluación que no tenga en cuenta los distintos tipos de contenidos y capacidades tiene como consecuencia que los distintos casos no podría recibir la ayuda específica necesaria.
Otra razón que justifica este equilibrio es que los distintos tipos de capacidades y contenidos en la evaluación están relacionados con el valor que tiene la evaluación para el alumno como información de sus propias capacidades y habilidades. Una evaluación que considere solo alguno de los tipos de contenidos o capacidades puede perjudicar  a aquellos alumnos con menos interés, posibilidades o competencias que otros.

El aprendizaje al que se refiere un determinado criterio de evaluación debe graduarse de forma progresiva, evitando el todo y el nada para  así poder determinar en cada momento cual es la situación de alumno en función  de las capacidades que se pretenden desarrollar. Esta graduación permite contemplar los diferentes niveles de aprendizaje de los alumnos lo que facilita, si fuese necesario, establecer un apoyo para los alumnos con dificultades de aprendizaje.
Para comprobar si un determinado criterio se ha alcanzado, hay que diseñar actividades de evaluación. Estas actividades deben tener diferentes niveles de complejidad  para atender a la diversidad de los alumnos y adecuar las actividades al nivel de desarrollo de sus capacidades afectivas.
Los criterios de evaluación deben formularse como consecuencia de un aprendizaje. Cada competencia debe estar definida en función de criterios de evaluación como la extensión (cantidad de conceptos adquiridos), la autonomía (con ayuda o no), la profundidad (con o sin explicación) y la exactitud (errores o terminología) percibidos en la comprensión de los estudiantes. Los criterios sirven en cada caso para confirmar el nivel de consecución de los objetivos.

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