La
evaluación del aprendizaje de los
alumnos, tal y como hoy se entiende, es
una parte esencial del proceso de enseñanza (Moral, Caballero, Rodríguez y Romero, 2010). La
función principal de la evaluación no es medir los estados finales o lo
conseguido por el alumno, sino que debe servir para ayudar a mejorar el proceso
de aprendizaje y la enseñanza impartida.
Las
múltiples perspectivas bajo las que se puede considerar la evaluación y las
funciones que en cada caso pueda cumplir, han dado lugar a diferentes tipos de
evaluación:
a)
En función de
agente evaluador:
-
Externa:
Es aquella que efectúa al docente, o experto en evaluación, utilizando las
técnicas adecuadas, tratando de comprobar lo encomendado.
-
Interna:
Es la que se realiza desde el punto de vista del protagonista (centro,
profesor, alumno…).
b)
En función de las
finalidades y momentos en los que se realiza. Puede ser:
-
Evaluación inicial o diagnóstica. Se realiza al comienzo de un proceso de
enseñanza- aprendizaje y tiene como
finalidad logar un conocimiento inicial del alumno con el objetivo de colaborar
en la mejora de su aprendizaje o acomodar las estrategias a sus capacidades e
intereses. Si la información que obtenemos, a partir de esa modalidad, hace
referencia a un colectivo (grupo-clase), se denomina prognosis, y si es
diferenciada (de cada alumno), se llama diagnosis. Esta modalidad de evaluación
permite averiguar las ideas previas de
los alumnos respecto a un tema, lo que permite diseñar la enseñanza teniendo en
cuenta dichos conocimientos, de forma que los alumnos puedan construir
explicaciones de la realidad cada vez más ajustadas a la experiencia y las
explicaciones, pudiéndola comparar con los conocimientos que poseen al
finalizar el trabajo.
Por tanto, la
evaluación inicial pretende ajustar el punto de partida de la enseñanza a los
niveles reales de conocimiento y habilidades, con el fin de elegir la enseñanza
educativa que mejor se adapte a estos niveles.
Las actividades
para la evaluación inicial deben estar relacionadas con la motivación y la
activación de conocimientos previos (preguntas orales, observación, entrevista,
actividades, pruebas escritas, tormentas de ideas…).
-
Evaluación final o sumativa. Se realiza para calificar a los alumnos al
final de cada etapa, ciclo o unidad didáctica o para expedición del título. Tiene
como objetivo fundamental el control de
los resultados del aprendizaje. Ha de permitir determinar si se han conseguido
o no, y hasta qué punto, las intenciones educativas previstas. Al controlar
solo la calidad del producto final, no hay posibilidad a la hora de intervenir
a lo largo del proceso, ni por ello modificarlo, pero si permite comprobar la
validez del proceso seguido y la situación en la que se encuentra cada alumno en relación con los objetivos propuestos.
Este tipo de evaluación además nos ha
de servir para orientar y mejorar el proceso
de aprendizaje y para detectar necesidades propias de los alumnos que requieran un tipo de diseño específico de
intervención pedagógica.
-
Evaluación continua o formativa.
Pretende modificar y perfeccionar, durante el mismo proceso a evaluar,
todo lo que se ajusta al plan establecido o se aleja de las metas fijadas, con
el fin de estudiar las diversas variables que ayudan o interfieren en el mismo.
Tiene un carácter regulador, orientador y autocorrector de proceso educativo. La evaluación se usa para apoyar o reforzar el
desarrollo continuado de un programa o persona con el fin de provocar la
reorientación de la conducta de cada uno. En educación supondría evaluar el
proceso completo que el alumno sigue en sus tareas para introducir, las
modificaciones oportunas (temporalización, cambio de actividades, etc.).
No se trata, como
plantean Giné y Parcerisa (2000), de una serie continuada de evaluaciones
sumativas, si no de actividades que deben permitir al profesorado conocer como
están aprendiendo sus alumnos, cuáles son sus dificultades para poder tomar
decisiones en el proceso de enseñanza.
Este tipo de
evaluación requiere aplicar estrategias
e instrumentos diversos que
permitan determinar el punto donde se encuentra
el alumno antes de plantear una nueva situación de aprendizaje. La práctica
de esta evaluación se concreta, con el uso de la observación sistemática.
Los objetivos de
esta evaluación es mejorar el aprendizaje de los alumnos, incrementar el
rendimiento académico del alumno, así como los niveles de calidad docente y el
éxito del proceso enseñanza- aprendizaje. Garantiza una mayor garantía de
superar el área de conocimiento, por varios motivos. En primer lugar, porque
han asimilado de forma gradual los contenidos y las competencias. En segundo
lugar, porque conocen la forma de evaluar del maestro. En tercer lugar, porque
el alumno recibe información sobre su propio ritmo de aprendizaje siendo capaz
de rectificar el mismo. Y en último lugar porque prepara a los alumnos de cara
a la prueba final de evaluación.
El maestro no
solo ha de evaluar el proceso final del aprendizaje, la asimilación de
conocimientos y el desarrollo de competencias por parte de los alumnos, sino
que a lo largo del curso ha de proponer con periodicidad actividades evaluables
que faciliten la asimilación y desarrollo progresivo de los contenidos y las
competencias a alcanzar. De esta forma, la evaluación se convierte en continua
y progresiva y el maestro puede realizar
un mejor y mayor seguimiento del progreso
del aprendizaje del alumno.
La finalidad del
proceso no es otorgar una nota, sino conseguir el aprendizaje.
La
evaluación procesual es una síntesis
de los momentos en los que se realizan la evaluación. La evaluación procesual se encuentra íntimamente ligado a
la formación formativa y continua.
No
toda evaluación continua es siempre procesual; así como tampoco la dimensión
formativa de la evaluación deriva únicamente de la valoración de los procesos
internos y propios del aprendizaje de cada alumno. La característica distintiva
del concepto de evaluación procesual reside en los procesos internos y las
estrategias de aprendizaje que posibilitan las sucesivas adquisiciones
educativas.
Se
dirige no solo a comprobar si el alumno ha asimilado unos determinados
contenidos, sino a valorar si esos contenidos
han facilitado el desarrollo de capacidades que hacen posible la
adquisición de una capacidad en particular o la capacidad general de aprender a
aprender.
La
evaluación procesual puede ser inicial,
progresiva o final, según el momento en que se evalúen los conocimientos,
los procesos y estrategias de aprendizaje que requiere la asimilación de unos
contenidos o el desarrollo de una capacidad (Blázquez y otros, 1998 b).
En
cualquier caso, todos los momentos de la
evaluación se han de considerar estrechamente vinculados, ya que no se puede
considerar la evaluación sumativa sin vincularla a la formativa, ni se entiende
bien la inicial sin la final y viceversa. Del mismo modo que la procesual, como
su nombre indica, afecta a todo el proceso.
La
metaevaluación es el proceso que
permite analizar la evaluación y emitir un juicio de valor sobre ella. Trata de
averiguar hasta qué punto la evaluación utilizada ha ampliado los objetivos y
hasta qué punto se ha mostrado útil para la misión a la que había sido
encomendada. Permite determinar la calidad del diseño efectuado, su grado de
cumplimiento, las dificultades encontradas, la validez de los informes, los
instrumentos de recogida de información, los recursos empleados, la
temporalización.
Blanco
(1994) plantea la metaevaluación como algo independiente del proceso de
enseñanza- aprendizaje. Los criterios adoptados en la metaevaluación pueden ser
los siguientes:
-
Coherencia con
los objetivos del currículum.
-
Idoneidad para
los grupos a los que va dirigido.
-
Ajuste metodológico
para la metería o área para la que ha sido diseñada.
-
Reflexión sobre
el diseño de evaluación, estudio durante la puesta en práctica y conclusión del
proceso de enseñanza- aprendizaje.
estos son los tipos de evaluacion que platez gine parcerisa
ResponderEliminarestos son los tipos de evalucion que plantea gine percerisa?
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